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HISTORIA DE CANDAMO (CANDAMU)
Candamu, bien definido geográficamente por dos cordales paralelos, con pueblos situados en las suaves gradientes y en el estrecho valle central vertebrado por el río Nalón, presenta indicios de colonización humana desde la más remota antigüedad.
Nuestro agradecimiento a Francisco Javier Fernández Conde
Su situación como lugar de paso entre el mar y la meseta, era propicio para asientos poblacionales; y los breves interfluvios, espléndidos para pastizales y cultivos.
La conocida Cueva de la Peña de Candamo (San Román), verdadero hito central del territorio, del Paleolítico Superior (35.000-9.000 años antes de Cristo), constituye la primera noticia documentada sobre la presencia humana en el ámbito del futuro concejo, al mismo tiempo que una riqueza patrimonial de valor inestimable. La Época de los metales también ha dejado huellas reconocibles como el famoso brazalete de Llameiru, del Bronce final (1110-1000, aprox. ant. Cristo). Y la larga etapa del Neolitico cuenta así mismo con una serie de construcciones tumulares, relacionadas, por lo general, con cresterías que hacen de divisoria frente a otros territorios -futuros concejos- limítrofes. Se encuentran estos monumentos funerarios, indicio inequívoco de creencias en el más allá y símbolos al mismo tiempo de poderes locales protohistóricos, en Valdemora y Ventosa; y también en la panorámica sierra de Sollera: verdadero murallón separador de las dos grandes cuencas fluviales asturianas: la del Nalón y del Narcea, en sus tramos finales. La Edad del Hierro o Época Castreña (a partir del 800/700 ant. Cristo), está bien representada. Varios pueblos de altura, tuvieron que ver con emplazamientos castreños, característicos de los siglos de la cultura del hiero, entre los que destacan los de Praúa, La Mortera, Ventosa -mencionado en un documento del siglo XI-, Villar (Murias), el Cogollu (Cueiru) y otro del mismo nombre en Valdemora. La presencia y el dominio de Roma fue escaso, ya que las tierras candaminas carecían de minerales apetecidos por los poderes romanos como el oro y la plata. El nombre del territorio, Candamu, podría ser la denominación indígena de Júpiter, la divinidad central del panteón romano, aunque no todos están de acuerdo con esta etimología.
Los siglos V-X, llamados ´siglos oscuros´ en otras latitudes, también lo son en la historia de Candamu. No existe ninguna documentación escrita y sólo disponemos de leves indicios, derivados de la toponimia prerromana o romana, considerada por muchos investigadores como ´hermosa y persistente memoria del paisaje´. El nombre de no pocas parcelas actuales parece remitirse a ese tracto histórico de medio millar de años.
En los umbrales del año 1000, e incluso bastante antes, comienzan a percibirse indicios de historia y cultura medievales en un paisaje de aldeas ´la Edad Media es un mundo de aldeas o pueblos´-, algunas de las cuales cuentan ya con fisonomía propia. Los dos primeros núcleos bien documentados son San Tisu y Candamín, ambos equidistantes y cercanos de la Cueva de la Peña. Los orígenes del primero de ellos, San Tisu, están recogidos en el precioso Libro Becerro de Courias, la colección documental del monasterio más importante del país astur en el siglo XI, San Juan de Courias, a las afueras de la villa de Cangas de Narcea. Según este texto, en la localidad de San Tisu se levantaba el solar de un tal Leminio o Liminio, poderoso terrateniente del siglo VII-VIII y contemporáneo del rey de Pravia Silo (774-783). Allí establece una ´iglesia o monasterio familiar´ con un imponente patrimonio. Era miembro de una poderosa familia noble, de la que saldrán dos obispos de Oviedo - Oveco (913-951) y Bermudo (971/75-991)- y a la que pertenecen también los condes Piñolo Ximeni y Aldonza Ordóniz, los fundadores del mencionado cenobio Couriense en 1044. Por eso, una parte importante del patrimonio San Tisu pasará al de Courias después de su constitución. En realidad, Leminio tiene todas las características de esos jefes locales de territorios concretos, que antes de la invasión musulamana o después de producirse ésta (711-22), fueron capaces de plantar cara al Islam en el monte Auseva y más tarde en Olalíes (Proaza).
El otro núcleo bien documentado, Candamín -resumen o compendio del topónimo mayor-, en estrecha relación con San Román-San Pedro Mangón, el Valle y Santiago d´Aces, nos introduce en la historia medieval del futuro concejo y cuenta ya con documentación muy expresiva para aquella época. Esta última iglesia, por ejemplo, lleva el título de ´monasterio´ en un ´Testamentum´ del 1006. En 1074, un conde llamado Munio Gundisálviz dona al monasteio ovetense de San Vicente, la iglesia d San Pedro ´en el valle de Candamu junto al palacio del rey junto al río Nalón. Se trata de San Pedro Mangón. Y el ´palacio del rey´, cuya situación exacta, un poco al norte de esta iglesia, pude establecerse con asombrosa exactitud, gracias a varios topónimos menores facilitados por el propio documento, y que perviven todavía. El ´palacio del rey´ no era más que la residencia de un noble, el propio Nuño seguramente, que representaba la justicia y la autoridad de otro personaje situado más arriba en la escala social y en última instancia la del propio soberano leonés.
También está bien documentada la existencia de numerosos señores, laicos y eclesiásticos en el Medioevo de Candamu. Aún es posible situar con bastante precisión el emplazamiento de varias fortalezas o casas fuerte en las márgenes del Nalón: la de Cueiro, hoy desaparecida, menos el nombre y el recuerdo en la memoria de algún testigo excepcional; la de Murias, cerca de la desembocadura del Dele en el mismo Nalón; la del Valle; y, finalmente, la de San Román, cuyos restos imponentes del siglo XVI evidencian la potencia de sus titulares. Los monasterios de San Juan de Courias, Santa María de Belmonte y San Vicente d´Uviéu representan a la otra nobleza, la eclesiástica, que se esforzó también por garantizarse un espacio de dominio y de poder en el rico y estratégico valle del bajo Nalón.
Las aldeas que se asoman poco a poco al conjunto documental de la Edad Media llevan normalmente el nombre de ´villa´ o aldea y los términos utilizados por lo general para designar toda la demarcación territorial suelen ser los de ´valle´, ´tierra´ o ´alfoz´, este último, término técnico equivalente a concejo. Pero Candamu no fue concejo en sentido formal hasta el siglo XIX, 1803, 1835. Antes había dependido de Gozón, Pravia y Gráu sucesivamente.
Las estructuras sociales y económicas de Candamu no se diferencian de las características de otros concejos de valle en las Asturias centrales y cerca de la marina. El caserío de los pueblos con sus barrios, por lo general concentrado, sólo en ocasiones presenta una fisonomía dispersa. Quizás el Valle responda excepcionalmente a esta forma. Y el terrazgo, lugar de trabajo, se distribuía entre la agricultura -tierras dedicadas a pan o trigo rústico (espelta/escanda) y otro tipo de cereales más pobres como el mijo, el centeno o la cebada -el maíz en épocas modernas- y a frutales. Las parcelas de orientación ganadera también podían tener árboles frutales. La rigidez morfológica de estos espacios dedicados a la agricultura-ganadería, su organización y ubicación y los modos de explotación dependían de un modelo muy generalizado en Asturias, repetido casi miméticamente. Todavía resulta fácil encontrar los nombres del parcelario tradicional - llosu o llosa, ería, guetu, guerta, xenra...mortera (La Mortera)-, de raigambre claramente medieval, pero con contendidos reales muy diferentes ya. Por otra parte, la invasión de las segundas viviendas de nueva planta o con restauraciones mnada afortunadas de las antiguas, en la mayoría de los casos están desfigurando con excesiva rapidez el panorama tradicional de muchos pueblos, sin mencionar las construcciones de bloques de viviendas o ´chalets´ de facturas aberrantes y colores tan novedosos como desafortunados en muchas ocasiones.
La producción de ciruelas ´claudias´, la fresa, las manzanas o las castañas, suele considerarse como la más característica y valiosa de Candamu. Sin negarlo, sería injusto olvidar la potencia y la calidad de la producción vitícola. La toponimia tradicional es todavía muy elocuente. Cerca del caserío existen parcelas con nombres significativos: La Viña (San Tisu) y la Viñuca, la Mortera. Y en este mismo término, cerca de la Cava, puede encontrase el Viñeu. En ocasiones, la explotación vitícola se llevaba a cabo en una parcela grande por varios campesinos o familias. De ahí el nombre de Las Viñas, La Folguera (El Valle). Y también pueden encontrarse topónimos similares cerca del Camín del Requeixu, a la vera de Espinosa (Fenoyeda), o en Ventosa, al lado de la iglesia parroquial. Un tercio aproximado del espacio de cultivo de Espinosa se llamaba la Viñaca. La Viñona es una parcela de notables proporciones cerca de Santusesu (Fenoyeda). Y podían multiplicarse los ejemplos. La iglesia parroquial de Santa María del Valle conserva la imagen de la patrona celestial con un racimo de uvas en la mano y se la reconoce popularmente como ´La Virgen de la Viña´. Las Parrucas, da nombre a un pequeño pueblo de San Román, dependiente eclesiásticamente de Valdemora. Todo hace pensar que muchas de las pomaradas actuales fueron plantadas sobre tierras de viñedo.
El cultivo de viñedo fue muy importante en Candamu hasta el siglo XIX por lo menos, según el testimonio de J. Madoz en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico, Madrid, 1845-1850. Y seguía todavía en el XX. El año 1929, Francisco Menéndez, personalidad destacada de San Román, ganaba la Medalla de Plata de Asturias por la calidad de los vinos del concejo que producía en sus propias tierras. En su casa se conserva todavía un instrumental, muy moderno para su tiempo, relacionado con esta clase de producción. Desde hace diez años, M. Ángel López de Santusesu se ha embarcado, al parecer con éxito, en la empresa de la viticultura.
En estos ´tiempos duros´ de crisis, cuando el bosque bajo, el viesco, amenaza con tragarse tierras y praderías cultivadas y llenas de espléndidos árboles frutales hasta hace poco tiempo, la vuelta a este tipo de renovación y recuperación agrícola constituiría seguramente una buena alternativa para una población sumida en grave proceso de recesión acelerada. La renovación económica propiciaría también la demográfica a base de foráneos que podrían recalar en Candamu atraídos por una agricultura en auge.